22 mayo 2014

"OLORES PERMANENTES"

Cierta vez recibí el encargo, tan sorprendente como ilusionante, de escribir en una de las publicaciones podría decirse "históricas" de nuestra ciudad como es la Revista Estela (que por cierto no tengo noticias de que en los últimos años se siga realizando).  En aquella ocasión, ante tan honorífica llamada, decidí estrenarme con un artículo sobre los "Olores de Carmona". Y hablé de los olores que yo entendía característicos de Carmona para cada mes del año. 

Sin embargo y a toro pasado, con el tiempo uno se da cuenta que hay temas sobre los que escribir que suelen dar para mucho. Los olores son uno de ellos. Recuerdo hace tiempo con la vorágine de Internet, que a los amigos nos daba por mandarnos una especie de "test" con preguntas sobre nuestros gustos para conocernos mejor. Una de las preguntas era confesar cuál era tu "olor favorito". Yo la verdad, es que no recuerdo lo que contestaba cuando me lo mandaban (tuve la "obligación" de responderlo unas cuantas veces). 

Pero me he dado cuenta de que si tuviera que quedarme con un olor en concreto que marcar como "favorito" no podría elegir sólo uno. Porque hay olores que nos causan tal multitud de sensaciones que se nos quedan permanentemente tatuados en el alma. Y lo mejor es que cuando esos olores vuelven a nuestro apéndice nasal, nos trasladan a otros momentos, a otras personas, a otras épocas, a otras sensaciones. La mayoría de ellas agradables, otras, no tanto. 

Por eso si tuviera que elegir un olor no podría responder. Haciendo recuento de mis olores favoritos tendría muchos que nombrar. Puede que no fuera suficiente un post para contarlos aquí. Podría nombrar por ejemplo un olor tan cotidiano de nuestra época estival como el Jazmín. Huelo el Jazmín y no puedo evitar cerrar los ojos y verme en una cama grande del dormitorio de una casa en la calle Montánchez, y el rostro de mi abuela o mi abuelo, trayéndome un trozo de papel de periódico con unos cuantos jazmines para que de noche los mosquitos no me picaran. Recuerdo el jazmín de aquel patio de la casa de vecinos donde vivían y yo pasaba eternos e inolvidables fines de semana. 

Puedo nombrar olores de perfumes que me recuerdan a diferentes personas. Puedo nombrar ese olor (seguro que todos tenéis el vuestro) de cuando entras en el portal de tu casa y de repente tu nariz se pone alerta porque se está cocinando tu comida favorita. Puedo nombrar el olor a coche nuevo la primera vez que lo coges recién entregada su llave. Puedo nombrar el olor característico de ciertas casas. Sean antiguas o modernas, en las que cuando hueles, si entraras con los ojos cerrados sabrías perfectamente decir quién la habita, o en qué calle está. 

Me es inevitable ( y quien sabe si algún día lo echaré de menos) el olor de la primera calada del cigarrillo cuando ando escribiendo o componiendo con mi guitarra. El olor a tierra y olivares de mi campo cuando voy a relajarme y alejarme del mundanal ruído y de las personas que lo provocan. Olores de pieles que te hacen sentir con alguien cercano, del que no extrañas, con su desnudez en la misma cama en la que estás. Los abrazos, los besos, las caricias, hasta las miradas pueden tener olor. 

En fin, que este post casi lo que viene a recordar es que todos tenemos muchos olores, que nos llevan a reaccionar de formas muy diferentes, pero siempre nos causan alguna sensación. En aquel artículo de la Revista Estela solo dije algunos mundanos, frecuentes, propios de la ciudad; pero los personales, los que cada uno llevamos en el alma, nunca podrán ser reconocidos en este post, precisamente por eso. Porque son olores tan particulares y personales que todos tenemos los nuestros tatuados en nuestro cerebro y en nuestro corazón. Olores permanentes, que quedarán por siempre en nuestra memoria. 

Cuando los reconozcáis, cerrad un momentito los ojos, y dejad volar vuestra imaginación, y vuestros recuerdos. Seguro que cuando abráis los ojos, seréis un poquito más felices. Probad, aunque sea otro de los que me traen buenos recuerdos: simplemente... pasar las hojas de un viejo libro o tebeo...  Los recuerdos no siempre permanecen... los olores sí. 





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