06 abril 2018

SENTIRNOS VULNERABLES. (Reflexión)

Hay personas que tienen una característica que resalta para el resto. Su fortaleza. Y cuando digo "tienen" podría decir también "quieren tener", incluso "quieren demostrar". Esas personas que ante diferentes situaciones de la vida, la afrontan como retos, como un "yo puedo más", como "voy a conseguirlo" y todo eso lleva detrás o  implícito el "porque soy fuerte". 

Ese tipo de personas suelen estar para todo, suelen ser muy activas y suelen mostrarse, es más, necesitan mostrarse así de fuertes en el ámbito social y laboral. También lo suelen hacer en el ámbito personal. Son personas a las que les gusta que se agarren a ellas, tener una opinión que necesitan que sea la que prevalezca (estén o no errados). Les gusta hacerse saber seguros de sí mismos y les gusta ser admirados precisamente por eso, por su fortaleza. 

Pero ese tipo de personas, en el fondo, son como todos nosotros. Y a algunas a veces les toca aprender que necesitan sentirse pequeñitas y vulnerables. Les toca aprender que todos, seamos más o menos fuertes, nos sentimos vulnerables y pequeñitos ante el mundo alguna vez. La mayoría, o sea los que somos menos fuertes, muchas veces. Pero lo que nos diferencia a los menos, de los más fuertes, es que no nos sentimos acomplejados por sentirnos vulnerables, inseguros de nosotros mismos, pequeños...

Y no nos sentimos acomplejados, porque generalmente, entregamos esa vulnerabilidad con alegría a cierta persona que por amor, se ha ganado el derecho a entrar en esa parcela tan frágil de nuestra vida. Todos hemos necesitado alguna vez un abrazo de esos largos, que no queremos que acabe. Todos hemos necesitado alguna vez un beso que nos haga sentir que la llama, aunque le cayera agua, no se ha apagado y sigue ardiendo con más leña. Todos hemos necesitado alguna vez que nuestra otra mitad nos consuele un llanto.

Lo que nos diferencia de esas personas fuertes es que a veces, esas personas fuertes ven como algo fatal sentirse vulnerables, y pequeñitas, pero no llegan a entender que precisamente las personas que las queremos, también necesitamos ver en ellas ese lado vulnerable, tierno, temeroso, pequeño. Porque no siempre es bueno aparentar ser fuerte en todo, y las personas que son nuestras compañeras de viaje, son las más indicadas para recibir esa vulnerabilidad como una apertura de corazón y entrega completa.

Porque luego son las primeras que sabrán que esas personas fuertes, de cara a lo social, laboral, y personal, más allá de las puertas de casa para afuera, no necesitarán que nadie las defienda, porque suelen conseguir lo que se proponen. Solo tenemos que pensar si tenemos la suerte de ser fuertes y tener a quién entregar nuestra vulnerabilidad, nuestra pequeñez y nuestros miedos diarios, o por contra tenemos la suerte de ser personas menos fuertes que muestran esa vulnerabilidad al mundo, y aún así se sienten orgullosas de recibir también la de las personas fuertes.

Sólo hay que buscar el calor de quien nos conoce tan bien, y sentirse seguro si ante esa persona, sabemos que podemos, tranquila y felizmente, sentirnos vulnerables.

19 febrero 2018

CARTA ABIERTA A J.M.

Querido...no, estimado... no, admirado... no. Bueno mira, como todo va junto, pues... "Todojunto, J.M.":

Que pongo tus iniciales porque tú sabes ya quién eres, y aunque cuando la carta termine lo va a saber todo el mundo que tenga la paciencia suficiente como para leerla, tú me vas a permitir que te trate por las iniciales. 

En fin, J.M., cómo es la vida, ¿eh? De repente un día a alguien se le pone entre ceja y ceja que no estés donde has estado toda la vida y acaba saliéndose con la suya. A mí me duele lo que te ha pasado, qué quieres que te diga. A ti te habrá dolido mucho más, lo sé, me lo dejaste claro en nuestra última conversación. Pero mejor es siempre, J.M., morir de pie que vivir de rodillas, que dijo Emiliano Zapata y luego repitió el propio Ché Guevara.  Tú siempre fuiste el mío. El que iba delante. La voz que me enseñó a soñar con ser uno de los que hacen lo que tú. Pero con la propia escuela de los de antes, no como los que hay ahora.  Siempre fuiste el mío porque hacías andar "Al Mío", que en realidad es uno solo, pero cada uno tiene "El Suyo" (tú me estás entendiendo, seguro). 

No recuerdo otro que tú, J.M., ni otra voz que la tuya, ni otras palabras que las tuyas, ni otros trabajos que los tuyos dentro de la Casa esa cuyo suelo cuesta tanto barrer porque esos ladrillos de barro cocido que tiene por suelo tienen las juntas gastadas, y ahí ya sabes lo que cuesta meter el cepillito. No recuerdo ni recordaré otro que tú con el sombrero de ala ancha arrancando tanto humor solidario con el permiso de Serafín y Joaquín, de Pedro, y tantos otros que escribían para que esa otra pasión y afición que compartimos, llenara de risas cualquier sitio que sirviera como escenario a los entremeses.

No recuerdo otro respondiendo preguntas de los jóvenes tipo: "M. ¿dónde está esto?","M. ¿Dónde está lo otro?", "M. ¿Cómo se cuelga esto aquí?", "M. ¿Cuál es la llave de esta puerta?"... No recuerdo ni recordaré otro desde que tengo uso de razón. Mira que tú has visto pasar "mandatos" y siempre has sido como el cerrojo de la puerta que abre cada Jueves de nuestras vidas: siempre permaneciste ahí. Trabajando en la sombra y el silencio. Que sí, que no has sido el único, lo sé. Que sí que yo una vez por motivos que no vienen al caso me alejé de esa casa que ahora te cierra la puerta (o te la ha querido cerrar de mala manera, antes de que hayas decidido cerrarla tú), que sí, que una vez en Carnaval, cual niño imprudente de 17 años que era, casi pierdo tu amistad por una letra mal rimada. Pero que sí, que además de ser J.M., hombre para todo, demuestras cada día ser un cristiano ejemplar y que como tal, sabe perdonar al corazón arrepentido sinceramente de los errores del pasado.

Yo es que como te dije, no quiero ponerme en tu piel, J.M., el próximo Jueves de nuestras vidas, cuando Ese de los preciosos y misericordiosos ojos pase por delante de mí, y ni yo esté contándolo en un micro, ni tú voz esté delante diciéndole a Él por donde tiene que pasar. Es que son más de 30 años siendo su mejor amigo y hoy por los devenires de una pasión que cada vez es más folklor y menos religión, te apartan de su lado. Desde los 8 añitos estoy pisando la casa del suelo de ladrillos de barro. Fui monaguillo en misa, acólito, nazareno, y ahí se quedó la cosa por culpa de mi espalda y mi corazón. Pero en tantos años yo es que no recuerdo a otro... ni quiero a otro. Y mira que todo esto me jode (con perdón) porque tengo amigos en los dos bandos.  Tengo amigos en el bando de los que defienden tus formas, y en el de los que defienden las formas modernas. Tengo amigos incluso en el organismo que ha tomado tan (bajo mi opinión y sólo MI opinión) desafortunadísima decisión. 

No porque no esté de acuerdo en que la vida son etapas y que nadie es imprescindible, no. No porque no estuviera de acuerdo en que algún día (que tendría que ser el que TÚ quisiera, J.M.) tendrías que dar relevo a otra voz y otros ojos. No. Desafortunadísima decisión por las formas. Porque creo J.M., que a los que dan una vida, como tú la has dado, por una hermandad, con cariño, con fé, con AMOR, son sudor, con trabajo..., a esos, sea quien sea quien mande la hermandad, tendrían que devolverle lo mismo. De bien nacidos es ser agradecidos. Es un tópico, lo sé. Yo siempre he dicho que el refrán de "nadie es profeta en su tierra", en esta tierra vale doble. Y que esta ciudad es novelera y se mueve por modas que le duran un par de años, también.  En fin. Esto no es más que un pataleo en mi blog, donde me lo puedo permitir y donde me leen pocos fieles, pero me leen. 

Yo hace poco, cuando iba dentro de una ambulancia, creía que no volvería a escribir, y mira, aquí estoy haciéndolo en forma de carta para ti. En agradecimiento por tantos años de emocionarme, de enseñarme cosas de Semana Santa, de cultivarme con datos porque eres una Enciclopedia Cofrade y Cristiana andante, en pago por tantos años y por no ser otra voz que la tuya la que siempre guiara a la imagen de Jesús que primero entró en mi corazón, y que mi hermano llevó bajo su cuello durante casi una década. 

No quiero ya ni hablar del tema con gente que conozco y te conoce, porque temo no saber de qué lado están y por mi estado de salud, no puedo tener enfrentamientos con nadie. Y hay quien me ha dicho "ya hablaremos tranquilamente" al referir por encima el asunto. Yo no quiero saber cosas internas, ni chismorreos, ni cuestiones técnicas, ni nada. Yo sé lo que sé. Que el trabajo a lo largo de años está ahí, que tienes tu carácter, un humor muy particular, pero que por encima de ese genio que siempre has tenido, ha estado el cariño que has devuelto a quien te lo ha dado. Un cariño que tenían que haberte pagado para que antes de tener que decir "me voy", te hubieran hecho salir por la puerta más grande que tiene la casa del suelo de ladrillos de barro. 

En fin J.M., que no quiero alargarme más, que no tengo yo últimamente el pecho como para emociones. Como te he dicho tengo amigos que quiero en ambos bandos, pero hoy permíteme que en apoyo, en cariño, y en deuda, me ponga en el tuyo porque es lo que toca. A mí me ha dolido y como ahora eres tú quien requiere ese cariño, el mío lo tienes cuando coincidimos y escucho tantas historias que sabes contar enganchando al que te oye, y admirándote al oírte. Ya sea en una tertulia cofrade, una comida de costaleros, una entrevista en la radio, una cocacola en Mingalarios, o una llamada de teléfono. 

Mi abrazo, mi cariño y mi reconocimiento, señor CAPATAZ. El que para mí siempre será el Capataz del Señor en la Columna, lo que no quita que desee todos los parabienes a los que dirijan sus pasos este año. Aunque en un principio se me quitaron las ganas, yo seguiré siendo hermano de esa casa del suelo de ladri... De Santiago, qué narices, y seguiré estando para lo que la hermandad me requiera. Las juntas de gobierno pasan, el amor a unos Titulares es eterno, y ese es el que nos une para saber que aunque hayas dicho que te vas por no "vivir arrodillado", en mi retina, en mi memoria, y en mi amistad, siempre te quedas.

Gracias por todo, Juan Manuel.

15 febrero 2018

LAS DOS CARAS DE LA CIUDAD ETERNA.

Con el alargue de los días se va apreciando más el esfuerzo del sol por hacerse dueño de las horas centrales de la tarde y primeras del ocaso. La ciudad eterna de nuestras vidas se nota de nuevo diferente. Anoche salíamos de las parroquias con el tizne de ceniza en nuestra frente, tras decir "amén" al "conviértete y cree" de nuestros directores espirituales. Por las paredes se pueden ver ya colgados los carteles de los primeros quinarios en honor a los titulares de nuestras Hermandades. Ya hace semanas que vemos pies y cuellos cargando "esqueletos" de lo que luego serán altares móviles para llevar al Hijo del Hombre y a su Madre por las calles de la ciudad. 

Pero al mismo tiempo, aún quedan los últimos coletazos de la fiesta que precede al tiempo de recogimiento y penitencia. La fiesta que la propia Iglesia aceptó concediendo un tiempo de indulgencias a la "carne", los días previos al martes de "carnen-levare" (abandono de la carne), día antes del miércoles de ceniza e inicio de la Cuaresma. Aunque su evolución fue diferente en cada lugar, en nuestra tierra andaluza y también en nuestra ciudad se convirtió en una "Fiesta de la libertad", en la que el pueblo (Tras pasar incluso por una dictadura) era "liberado" hasta de las cadenas que le ataban para expresarse libremente. El disfraz y la copla, bien fuera crítica, humorística o poética, se erigieron como voz del pueblo los días previos a la época de ayuno cuaresmal.

Pero he aquí que con la evolución de los tiempos y el calendario, con el devenir de los años se da el maravilloso caso de que ambas caras de la ciudad, confluyan en una hermosa conjunción de dos pasiones, que lejos de ser incompatibles, tanto histórica como sentimentalmente, van estrechamente ligadas, mal que le pese a algunos de ambos bandos que se niegan a tolerarlo. La realidad constatada por los hechos es que, durante este fin de semana, un tanto por ciento importante de almas carmonenses, alternarán costal, Via-Crucis y trabajo en las hermandades, con un fin de semana de coplas por las calles, disfraz y desfile de despedida de la fiesta del "Dios Momo" (o "Don Carnal" como lo llamamos por estos lares). 

Es la maravilla de una ciudad eterna con dos caras, la libertaria y la cristiana, la coplera y la cofrade, la disfrazada y la trajeada, ambas igual de hermosas y como digo, compatibles, si uno las siente y las vive desde la ilusión y el sentimiento. Se acerca la "semana de nuestras vidas" que bauticé en mis artículos de cuaresma en este blog (y en el exitoso documental para TV Carmona). Se aleja la quincena de las coplas y la libertad. La ciudad huele diferente... es la mezcla de los olores de los naranjos apretando para que empiece a florecer el azahar en cuestión de semanas, y el vino que calienta la garganta de los que cantaron piropos a sus murallas. 

Las dos caras de la ciudad eterna, que ve ya corta la espera de la Semana de las Semanas, mientras quema en el fuego purificador del fin del Carnaval, las benditas culpas de haber llenado una vez más la ciudad de coplas. Díganme si esta ciudad, si su gente, si sus tradiciones, no son para estar profundamente enamorados, y querer transmitirlas para que sigan perdurando en nuestras futuras generaciones, hasta el fin de los tiempos.. 
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