23 marzo 2023

CUARESMA 2023 (III): "El casi fin de la espera".

 Antonio García Barbeito comenzaba su pregón de Semana Santa en 2010 con unos versos que decían: "Parece que es la hora y no es la hora (...) Parece que está todo y algo falta (...) Pero mirad al sol haciendo guiños, en los ojos sagrados de los niños donde se purifica la mañana. Esperad, mis impacientes paisanos, para tocar el cielo con las manos, nos falta solamente una semana". 

Y a tres días vista del pregón de este año, no hay palabras más acorde con el revoltijo de sentimientos que los cofrades, católicos y creyentes, tenemos estos días. El "esto ya está aquí" empieza a escucharse, a leerse por las redes sociales... y aunque parece que esa frase se nos clava como una sentencia cierta, lo cierto es que parece que cada año los cofrades se desviven por soltarla antes. 

La impaciencia con la que un cofrade espera su "Semana de las semanas" cada año se aferra más a la avidez del cariño. Pero en estos días en los que los Quinarios ya pasaron, se desmontaron sus estructuras, bajaron los titulares de su altar de cultos, para prepararse para besapiés y/o subida a los pasos; justo en estos días, es cuando el corazón se apodera más de la cabeza y del "runrún" en el estómago. 

Se quema el doble de incienso en casa y en las hermandades, se le sube el volumen a las marchas en el coche o en el altavoz, se mira la predicción del tiempo compulsivamente, las torrijas se devoran casi por inercia... y todo porque "esto ya está aquí, pero no". Porque ronda en el fondo del alma la dualidad de querer que la Semana de las semanas llegue, y a la vez no querer que pase. La dolencia asumida de lo largo que se hace el año en una hermandad, lo cuasi eterna que se hace la espera inmediata durante la Cuaresma y lo fugaz que pasan los siete días de la Pasión. 

Puede venir a la cabeza de los cofrades ese sentimiento de vacío y de nostalgia al desmontar el paso y limpiar y guardar enseres, que ya no serán utilizados hasta alguna representación de Gloria o hasta el Corpus. El lamento que usa el calor y la feria como pañuelo de lágrimas hasta volver a la actividad de hermandad. Son solo algunos ejemplos de lo que puede acudir a la sesera estos días que parece que ya sí, pero todavía no. En los que, como decía Barbeito: "Parece que la alcanzo y es más alta/ parece que se acerca y se evapora". 

La espera de una nueva Semana Santa toca a su fin. A día de hoy, faltando días aún para el pregón, tras el que quedará una semana mal contada, toca a su "casi" fin. En poco más de diez días volveremos a ser "Siervos" de la Semana de la Pasión, de la Semana de las semanas, llevaremos nuestro antifaz con esperanza, con amargura, expiraremos, descenderemos, nos ataremos a la columna con humildad y paciencia, cargaremos nuestra cruz en silencio y haremos un santo entierro de nuestra espera, para resucitar otra. En diez días -hora arriba hora abajo- las gotas de cera derramada por las calles engrosarán nuestro padrón de habitantes.

Pero eso será en diez días, o puede que ya nueve. Mientras tanto, la espera casi toca a su fin y se acentúa más aquello de "esto está aquí ya", aunque en el fondo sepamos que no. Da igual, este casi fin de la espera, esta recta final de nuestra cuaresma, nos sirve para enseñarnos a templar los nervios de la impaciencia, para acercarnos a las hermandades, para oler el azahar florecido con más intensidad, para muchas cosas, excepto para aprender a controlar la intensidad con la que vivimos nuestra Semana Santa para que no se nos vaya en un golpe de llamador. Así que paciencia, mis queridos paisanos porque ya lo dijo Barbeito: "Parece que es la hora... y no es la hora."




12 marzo 2023

CUARESMA 2023 (II): "La foto antigua de nuestra memoria"

 


En la memoria de cada cofrade hay una -o varias- fotos antiguas de nuestra Semana Santa. Son un testigo incontestable del paso del tiempo y del cambio en nuestra piel, en la fisionomía de la ciudad, de las cofradías, incluso de nuestras costumbres. Es evidente que con el devenir de los años, la modernización y todo lo que ello conlleva, a nuestra Semana de las Semanas también le llegó su transformación. 

Y aquí no hablo solo de las propias cofradías, sino de la presencia y la manera de verlas de la gente. Quien dice maneras, dice sitios, cantidades y formas (también de comportamiento). Por poner varios ejemplos -que se salen de lo que en algunas redes sociales puede comprobarse en lo que respecta a la fisionomía de los pasos, incluso de las propias Imágenes Titulares de las Hermandades carmonenses- podemos hablar de recorridos, o de horarios. 

¿Quién no tiene en su mente el pasar de la Hermandad de la Amargura por las calles del Real? ¿O de la Quinta Angustia subiendo por Domínguez de la Haza? ¿Quién no recuerda la subida de Santiago por Luis de Rueda y la bajada por San Marcos? ¿O la salida de la Humildad y Paciencia en nuestra particular "madrugá" a las seis de la mañana o incluso a las diez? Y todo el antiguo Paseo del Estatuto  y calle San Pedro a rebosar para ver la recogida, y comer por los antiguos restaurantes y mesones de la zona, para luego dar un paseo por la Alameda Alfonso XIII, degustar un "corte" de helado del puestecito que tenían allí "Los Valencianos" y acercarse a la salida del Silencio. Eso por no hablar del Santo Entierro saliendo de su Iglesia de Santa Ana...

Fotos físicas en sepia y blanco y negro, y también mentales que nos trasladan a otras épocas en las que filas de centurias romanas, escoltaban a nuestras cofradías, en las que los colores de los nazarenos de ciertas hermandades eran distintos, y los colores de ciertos palios también. Y uno compara fotos de ahora, y creo que dependiendo de nuestra edad y nivel de nostalgia en el alma, no sabríamos decir qué foto sale ganando o perdiendo. 

Y es que, como nosotros, como los tiempos, como la tecnología, la Semana Santa de Carmona ha evolucionado y se moderniza. Ahora las salidas para comer en los festivos, pasaron a las botellonas de los adolescentes en los polígonos (y porque los disuadieron de seguir haciéndolas en el Paseo del Estatuto) y a salir a ver las cofradías en cierto estado de embriaguez. Poca gente se calla ya al paso del tramo del Misterio de la Quinta Angustia, del Silencio o del Santo Entierro. Tenemos un nuevo crucificado y un resucitado. El Jueves Santo ya no es la noche grande debido a la facilidad del desplazamiento a la capital y el esnobismo de que parece que eres más "cofrade" y fardas más si dejas de ver a La Columna para ver la "Madrugá" cada año (y dejar constancia en las redes sociales, por supuesto).

Pero a los demás, a los que seguimos aquí, quizá nos quede el regusto por antiguos pasos, canastillas, imágenes y formas, y a la vez sigamos adaptándonos a lo nuevo. Como por ejemplo a la música, que también ha evolucionado, en calidad y en formas de composición, aunque particularmente yo, me confieso seguidor de las marchas clásicas en las bandas de música y muy fan de las nuevas composiciones para cornetas y tambores. Nunca me entró bien por el oído el distinto timbre de tambor, con xilófono y platos de las agrupaciones musicales, pero eso ya es cuestión de gustos.

Lo que es innegable, es que hay que estar agradecidos a todos esos fotógrafos de hace décadas y décadas, y sobre todo a los que conservan y comparten esas instantáneas, porque nos permite activar la foto antigua de nuestra memoria, que a su vez, nos revive vivencias, nostalgias, cariños y un sin fin de sentimientos para que reparemos en que lo que puede que no haya cambiado desde entonces, sea nuestra fe.





09 marzo 2023

CUARESMA 2023 (I): "La santa normalidad"

 Echando la vista atrás hemos dejado "inconsciente" (que no muerta) la maldita pandemia. La que nos quitó Cuaresmas, Semanas Santas, y otras tantas cosas de nuestra vida sureño-sevillana cotidiana. Con el recuerdo de quien no pudo vencer a esa maldita pandemia, hemos vuelto a la deseada normalidad.

Y la normalidad nos llega de nuevo a los sentidos con forma de Cuaresma. La normalidad de la inestabilidad del tiempo ante una Semana Santa tardía por culpa de un calendario que no se fija, pese a las intenciones del Papa Francisco. La normalidad de que la ciudad cambia de nuevo su perfume, para ponerse uno que nos sigue siendo reconocible tras el paso de los siglos. La normalidad de un azahar que todavía no acaba de romper, de las tardes en las que el sol se hace un poquito más remolón para irse a dormir, y en la que los bares empiezan a cambiar su carta de tapas, dejando sitio en su lista para los platos cuaresmales.

La normalidad de cultos, de trabajo en las hermandades, de "Sus manos en las mías", de "Sidol", de inciensos y de Via-Crucis. La normalidad de "saca la túnica del altillo por si hay que llevarla a la tintorería", la de los racheos de los ensayos bajo el manto de las noches de la ciudad donde duerme el "Lucero de la Aurora", y la del viento trayendo el eco de los ensayos al aire libre de nuestra Banda de Cornetas y Tambores.

La normalidad de ver vídeos, de actos culturales, de tertulias (oficiales en locales y no oficiales en barra o velador); la de las papeletas de sitio, la de montaje y desmontaje de altares de quinario y de insignias, la normalidad del repeluco al quemar incienso de mi amigo Rafa "El Cautivo" en casa, y la de los programas cofrades en la radio y la tele. La de las primeras torrijas, leche frita y pestiños. 

La normalidad rara de volver a unas costumbres otro año más, que durante dos años no pudimos incluir en nuestra normalidad. La normalidad de la vida de una Carmona que sigue adelante, con ojos nostálgicos y creyentes, con ojos nuevos y ateos, con la expectación de una Semana que siempre se repite, pero siempre te deja momentos o sensaciones nuevas. 

Esa normalidad nos vuelve un año más, y parece que muchos ya no recordamos la ausencia de todo, por culpa de aquél castigo mundial que nos tuvo dos largos años distanciados, ávidos de volver a vivir, convivir y sobrevivir. La Cuaresma ya está en su madurez y camina a su apogeo. Apenas tres semanas nos separan del verdadero estallido de la Primavera, que es cuando el Viernes de Dolores tras la misa en San Bartolomé, los Servitas ponen pie en la Plaza de Cristo Rey, la ciudad se mancha de cera y las "gitanillas" de los balcones lucen su máximo colorido.

Ha vuelto la normalidad. La Santa normalidad. Disfrutémosla.

Feliz Cuaresma a todos.





15 marzo 2022

CUARESMA 2022 (I): "Necesidad"

 

Si no son ustedes asiduos o han leído antes mis artículos de cuaresma a lo largo de los años en este blog (que tengo bastante abandonado), procede una aclaración de ciertos términos inventados y acuñados para definir ciertas cosas de la época y la ciudad.

Me refiero a esta última con expresiones como “La Carmo Romana”, “la ciudad donde duerme el Lucero de la Aurora”;  para la cuaresma como “el tiempo sin tiempo” (así titulé uno de mis artículos cuaresmales), y para nuestra Semana Santa como “La Semana de las semanas” o “la Semana más semana”. Para cada uno de los días que la componen, le he añadido el epíteto “de nuestras vidas”, para hacer quizá más cariñoso e importante a cada jornada, quitándole el “Santo” del apellido: Lunes de nuestras vidas, Jueves de nuestras vidas, y así hasta finalizar nuestra Semana Santa.

 

Dicho esto, cuando la ciudad en la que duerme el Lucero de la Aurora mira en el calendario al Miércoles de Ceniza, y con permiso del cambio climático, el aire y el ambiente vuelven a oler distinto. La luz de los días tiene horas y matices distintos. Todo es diferente. Con los ecos de las últimas coplas carnavalescas en la memoria, el azahar nos marca la llegada de días más largos y cálidos, de días (Dios lo quiera) pasados por aguas torrenciales de tormentas de unas cuantas horas, de ensayos costaleros y de Quinarios.

 

Empieza la “necesidad” de Semana Santa en nuestros ánimos, en los de todos (sean creyentes, cofrades, o ninguna de las dos) los carmonenses, sevillanos, andaluces… Esa necesidad íntima anual de perpetuar nuestras tradiciones, costumbres y creencias. Pero este año la necesidad tiene más matices. Unos terribles. No sé si a ustedes les pasará lo mismo, pero yo ya “necesito” que sea Semana Santa. Y la busco, volviendo por ejemplo a la música, a la maravilla que en los 90 la London Philharmonic Orchestra bajo la dirección de Antón García Abril, grabó para la película de Gutiérrez Aragón: “Semana Santa”. Las marchas más clásicas de la Semana de nuestras vidas, grabadas con sonido de música clásica. O escuchando las nuevas composiciones de “Cigarreras”, que me trasladan casi al cine con unas marchas espectaculares.

 

La busco yendo a la hermandad, a colaborar en los trabajos de montaje, limpieza, etc. La busco en los carteles, en internet, quemando incienso de mi amigo Rafael (Inciensos “El Cautivo), en cualquier parte que me aleje un poco de la realidad. Por eso la necesito. Porque el mundo entre pandemias, las tragedias de una guerra, que lejos de acabarse pronto parece que se va a agrandar y extender en el tiempo, la sequía, y tantas y tantas cosas que sumar a nuestros problemas personales y diarios de cada uno, hace que necesitemos evadirnos, y por qué no, algunos, buscar refugio en Dios y en los Titulares de nuestras hermandades.

 

Necesitamos, un ratito al día por lo menos, estar pendientes o pensar en ir sacando la túnica del ropero, en racheos de pies por los adoquines del casco antiguo, en el azahar que ahora perfuma las calles.

Necesitamos pasar por los bares y oler a bacalao con tomate, o a espinacas con garbanzos, o a torrijas o pestiños.

Necesitamos ver vídeos o cerrar los ojos e imaginar a nuestro Cristo o nuestra Virgen pasando por cualquier punto favorito de su recorrido en el día de La Semana que salgan.

Necesitamos el chirriar de los coches por la cera que dejan en el asfalto las primeras procesiones, y ver los altares de quinarios.

Necesitamos, más que nunca, volver a las costumbres, sensaciones, tactos, sonidos y olores que dejamos aparcados el Domingo de Resurrección de 2019, que desde entonces y por ese bicho maldito tampoco hay nazarenos por la calle.

Y aunque sea una Semana Santa diferente, muchos tenemos esa NECESIDAD. La necesidad de soñarla, de que vuelva, aunque vuelva de forma diferente, pero de volver nosotros a las viejas costumbres, a que nuestra vida siga adelante como ha sido siempre en la ciudad que en Semana Santa se transforma en la Carmo Romana.

Tenemos esa necesidad, aunque muchos no quieran reconocerlo. Como yo tenía la necesidad de volver a escribir mi serie de Cuaresma.

Ya se acerca… el tiempo del tiempo. La Semana más semana. Y Carmo lo sabe.

Y ahora perdónenme la frivolidad, pero lo tengo que decir, yo tengo la necesidad también de que sea Jueves Santo y que mi señora madre… haga torrijas.

 

Feliz Cuaresma.

21 marzo 2021

"SOLEÁ, DAME LA MANO, POR LAS REJAS DE LA CÁRCEL".

 "SOLEÁ, DAME LA MANO, POR LAS REJAS DE LA CÁRCEL".

Así rezaba la saeta de un preso de la antigua cárcel del pópulo al que acudía como cada año en su recorrido la Esperanza de Triana. Font de Anta estaba entre los espectadores que escucharon esa letra, que a él le sirvió de inspiración para componer la maravillosa marcha que todo buen cofrade conoce hoy.
Y es el segundo año que le tenemos que decir a la soledad, como componente de nuestra existencia, que nos dé la mano para aliviarnos un poquito otra Cuaresma más, otra Semana Santa más, de la nostalgia de tener que vivir en casa lo que siempre se vivió en la calle.
Vivir en soledad la batalla contra la naturaleza enfadada por culpa de la torpe mano del hombre. El hombre, que se empeña en buscar la guerra contra todo, cuando él es su propio y peor enemigo: "Homo hominis lupus" (El hombre es un lobo para el hombre) que diría el filósofo Hobbes. Vivir en soledad los quinarios por streaming, el incienso quemado en casa, el bacalao con tomate y las espinacas estilo Carmona en la mesa del comedor o la terraza de nuestra propia vivienda. Vivir los pregones, las cofradías y procesiones por youtube, o por la tele.
La soledad del cofrade obligada por esta pandemia de torpeza humana, insta a que pidamos a la soledad que nos dé la mano un año más, para que la esperanza nos dé fuerza en el sueño y el deseo de volver a vivir en condiciones las cosas de Carmona, Sevilla y Andalucía como siempre fueron, antes de esta pesadilla que nadie habría podido soñar.
Nos sentimos "prisioneros" de nuestras propias pasiones, de nuestras propias costumbres, encarcelados por el miedo y la precaución ante la guadaña con forma de virus. Ante el cuidado de nuestros mayores por parte de unos, y la impotencia de quien todavía no ha podido abrazar (incluso despedir) a los suyos por parte de otros.
Así que no queda otra que acordarse de lo que reza el sudario de "La Canina" que procesiona en Sevilla el Sábado Santo: "Mors Morten Superavit" (La muerte venció a la muerte), el AMOR venció a la muerte. Y como aquella marcha, y la saeta que la inspiró, fueron meced a una Esperanza, la de Triana, tengámosla enarbolada en lo más alto, y hagámonos cómplices de la soledad. Hay que pedírselo otro año más, y esperemos que sea el último, mientras, por qué no, ponemos la marcha de Font de Anta de fondo. Gritémosle desde lo más hondo de nuestra mente y nuestro corazón esta Cuaresma y esta Semana Santa para que nos acompañe y alivie: SOLEÁ, DAME LA MANO, POR LAS REJAS DE "MI" CÁRCEL.
P.Prieto
(21-03-21)
Domingo de Pasión.
La espera se termina.

06 abril 2018

SENTIRNOS VULNERABLES. (Reflexión)

Hay personas que tienen una característica que resalta para el resto. Su fortaleza. Y cuando digo "tienen" podría decir también "quieren tener", incluso "quieren demostrar". Esas personas que ante diferentes situaciones de la vida, la afrontan como retos, como un "yo puedo más", como "voy a conseguirlo" y todo eso lleva detrás o  implícito el "porque soy fuerte". 

Ese tipo de personas suelen estar para todo, suelen ser muy activas y suelen mostrarse, es más, necesitan mostrarse así de fuertes en el ámbito social y laboral. También lo suelen hacer en el ámbito personal. Son personas a las que les gusta que se agarren a ellas, tener una opinión que necesitan que sea la que prevalezca (estén o no errados). Les gusta hacerse saber seguros de sí mismos y les gusta ser admirados precisamente por eso, por su fortaleza. 

Pero ese tipo de personas, en el fondo, son como todos nosotros. Y a algunas a veces les toca aprender que necesitan sentirse pequeñitas y vulnerables. Les toca aprender que todos, seamos más o menos fuertes, nos sentimos vulnerables y pequeñitos ante el mundo alguna vez. La mayoría, o sea los que somos menos fuertes, muchas veces. Pero lo que nos diferencia a los menos, de los más fuertes, es que no nos sentimos acomplejados por sentirnos vulnerables, inseguros de nosotros mismos, pequeños...

Y no nos sentimos acomplejados, porque generalmente, entregamos esa vulnerabilidad con alegría a cierta persona que por amor, se ha ganado el derecho a entrar en esa parcela tan frágil de nuestra vida. Todos hemos necesitado alguna vez un abrazo de esos largos, que no queremos que acabe. Todos hemos necesitado alguna vez un beso que nos haga sentir que la llama, aunque le cayera agua, no se ha apagado y sigue ardiendo con más leña. Todos hemos necesitado alguna vez que nuestra otra mitad nos consuele un llanto.

Lo que nos diferencia de esas personas fuertes es que a veces, esas personas fuertes ven como algo fatal sentirse vulnerables, y pequeñitas, pero no llegan a entender que precisamente las personas que las queremos, también necesitamos ver en ellas ese lado vulnerable, tierno, temeroso, pequeño. Porque no siempre es bueno aparentar ser fuerte en todo, y las personas que son nuestras compañeras de viaje, son las más indicadas para recibir esa vulnerabilidad como una apertura de corazón y entrega completa.

Porque luego son las primeras que sabrán que esas personas fuertes, de cara a lo social, laboral, y personal, más allá de las puertas de casa para afuera, no necesitarán que nadie las defienda, porque suelen conseguir lo que se proponen. Solo tenemos que pensar si tenemos la suerte de ser fuertes y tener a quién entregar nuestra vulnerabilidad, nuestra pequeñez y nuestros miedos diarios, o por contra tenemos la suerte de ser personas menos fuertes que muestran esa vulnerabilidad al mundo, y aún así se sienten orgullosas de recibir también la de las personas fuertes.

Sólo hay que buscar el calor de quien nos conoce tan bien, y sentirse seguro si ante esa persona, sabemos que podemos, tranquila y felizmente, sentirnos vulnerables.

19 febrero 2018

CARTA ABIERTA A J.M.

Querido...no, estimado... no, admirado... no. Bueno mira, como todo va junto, pues... "Todojunto, J.M.":

Que pongo tus iniciales porque tú sabes ya quién eres, y aunque cuando la carta termine lo va a saber todo el mundo que tenga la paciencia suficiente como para leerla, tú me vas a permitir que te trate por las iniciales. 

En fin, J.M., cómo es la vida, ¿eh? De repente un día a alguien se le pone entre ceja y ceja que no estés donde has estado toda la vida y acaba saliéndose con la suya. A mí me duele lo que te ha pasado, qué quieres que te diga. A ti te habrá dolido mucho más, lo sé, me lo dejaste claro en nuestra última conversación. Pero mejor es siempre, J.M., morir de pie que vivir de rodillas, que dijo Emiliano Zapata y luego repitió el propio Ché Guevara.  Tú siempre fuiste el mío. El que iba delante. La voz que me enseñó a soñar con ser uno de los que hacen lo que tú. Pero con la propia escuela de los de antes, no como los que hay ahora.  Siempre fuiste el mío porque hacías andar "Al Mío", que en realidad es uno solo, pero cada uno tiene "El Suyo" (tú me estás entendiendo, seguro). 

No recuerdo otro que tú, J.M., ni otra voz que la tuya, ni otras palabras que las tuyas, ni otros trabajos que los tuyos dentro de la Casa esa cuyo suelo cuesta tanto barrer porque esos ladrillos de barro cocido que tiene por suelo tienen las juntas gastadas, y ahí ya sabes lo que cuesta meter el cepillito. No recuerdo ni recordaré otro que tú con el sombrero de ala ancha arrancando tanto humor solidario con el permiso de Serafín y Joaquín, de Pedro, y tantos otros que escribían para que esa otra pasión y afición que compartimos, llenara de risas cualquier sitio que sirviera como escenario a los entremeses.

No recuerdo otro respondiendo preguntas de los jóvenes tipo: "M. ¿dónde está esto?","M. ¿Dónde está lo otro?", "M. ¿Cómo se cuelga esto aquí?", "M. ¿Cuál es la llave de esta puerta?"... No recuerdo ni recordaré otro desde que tengo uso de razón. Mira que tú has visto pasar "mandatos" y siempre has sido como el cerrojo de la puerta que abre cada Jueves de nuestras vidas: siempre permaneciste ahí. Trabajando en la sombra y el silencio. Que sí, que no has sido el único, lo sé. Que sí que yo una vez por motivos que no vienen al caso me alejé de esa casa que ahora te cierra la puerta (o te la ha querido cerrar de mala manera, antes de que hayas decidido cerrarla tú), que sí, que una vez en Carnaval, cual niño imprudente de 17 años que era, casi pierdo tu amistad por una letra mal rimada. Pero que sí, que además de ser J.M., hombre para todo, demuestras cada día ser un cristiano ejemplar y que como tal, sabe perdonar al corazón arrepentido sinceramente de los errores del pasado.

Yo es que como te dije, no quiero ponerme en tu piel, J.M., el próximo Jueves de nuestras vidas, cuando Ese de los preciosos y misericordiosos ojos pase por delante de mí, y ni yo esté contándolo en un micro, ni tú voz esté delante diciéndole a Él por donde tiene que pasar. Es que son más de 30 años siendo su mejor amigo y hoy por los devenires de una pasión que cada vez es más folklor y menos religión, te apartan de su lado. Desde los 8 añitos estoy pisando la casa del suelo de ladrillos de barro. Fui monaguillo en misa, acólito, nazareno, y ahí se quedó la cosa por culpa de mi espalda y mi corazón. Pero en tantos años yo es que no recuerdo a otro... ni quiero a otro. Y mira que todo esto me jode (con perdón) porque tengo amigos en los dos bandos.  Tengo amigos en el bando de los que defienden tus formas, y en el de los que defienden las formas modernas. Tengo amigos incluso en el organismo que ha tomado tan (bajo mi opinión y sólo MI opinión) desafortunadísima decisión. 

No porque no esté de acuerdo en que la vida son etapas y que nadie es imprescindible, no. No porque no estuviera de acuerdo en que algún día (que tendría que ser el que TÚ quisiera, J.M.) tendrías que dar relevo a otra voz y otros ojos. No. Desafortunadísima decisión por las formas. Porque creo J.M., que a los que dan una vida, como tú la has dado, por una hermandad, con cariño, con fé, con AMOR, son sudor, con trabajo..., a esos, sea quien sea quien mande la hermandad, tendrían que devolverle lo mismo. De bien nacidos es ser agradecidos. Es un tópico, lo sé. Yo siempre he dicho que el refrán de "nadie es profeta en su tierra", en esta tierra vale doble. Y que esta ciudad es novelera y se mueve por modas que le duran un par de años, también.  En fin. Esto no es más que un pataleo en mi blog, donde me lo puedo permitir y donde me leen pocos fieles, pero me leen. 

Yo hace poco, cuando iba dentro de una ambulancia, creía que no volvería a escribir, y mira, aquí estoy haciéndolo en forma de carta para ti. En agradecimiento por tantos años de emocionarme, de enseñarme cosas de Semana Santa, de cultivarme con datos porque eres una Enciclopedia Cofrade y Cristiana andante, en pago por tantos años y por no ser otra voz que la tuya la que siempre guiara a la imagen de Jesús que primero entró en mi corazón, y que mi hermano llevó bajo su cuello durante casi una década. 

No quiero ya ni hablar del tema con gente que conozco y te conoce, porque temo no saber de qué lado están y por mi estado de salud, no puedo tener enfrentamientos con nadie. Y hay quien me ha dicho "ya hablaremos tranquilamente" al referir por encima el asunto. Yo no quiero saber cosas internas, ni chismorreos, ni cuestiones técnicas, ni nada. Yo sé lo que sé. Que el trabajo a lo largo de años está ahí, que tienes tu carácter, un humor muy particular, pero que por encima de ese genio que siempre has tenido, ha estado el cariño que has devuelto a quien te lo ha dado. Un cariño que tenían que haberte pagado para que antes de tener que decir "me voy", te hubieran hecho salir por la puerta más grande que tiene la casa del suelo de ladrillos de barro. 

En fin J.M., que no quiero alargarme más, que no tengo yo últimamente el pecho como para emociones. Como te he dicho tengo amigos que quiero en ambos bandos, pero hoy permíteme que en apoyo, en cariño, y en deuda, me ponga en el tuyo porque es lo que toca. A mí me ha dolido y como ahora eres tú quien requiere ese cariño, el mío lo tienes cuando coincidimos y escucho tantas historias que sabes contar enganchando al que te oye, y admirándote al oírte. Ya sea en una tertulia cofrade, una comida de costaleros, una entrevista en la radio, una cocacola en Mingalarios, o una llamada de teléfono. 

Mi abrazo, mi cariño y mi reconocimiento, señor CAPATAZ. El que para mí siempre será el Capataz del Señor en la Columna, lo que no quita que desee todos los parabienes a los que dirijan sus pasos este año. Aunque en un principio se me quitaron las ganas, yo seguiré siendo hermano de esa casa del suelo de ladri... De Santiago, qué narices, y seguiré estando para lo que la hermandad me requiera. Las juntas de gobierno pasan, el amor a unos Titulares es eterno, y ese es el que nos une para saber que aunque hayas dicho que te vas por no "vivir arrodillado", en mi retina, en mi memoria, y en mi amistad, siempre te quedas.

Gracias por todo, Juan Manuel.

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