En noches como esta, tras llegar de una tarde un poco ajetreada, uno hace balance del día. Hay quien saca conclusiones, quien prefiere no pensar, quien llega tan cansado que se echa a dormir directamente y quien prefiere embobarse mirando la programación de la caja tonta (mucho más tonta, dicho sea de paso desde que canales como Xplora y LaSexta3 desaparecieron de los botones del mando). A mi me da por meditar sobre las sensaciones que he tenido. A lo largo del día han sido varias.
Primero tras una charla con uno de mis compañeros de trabajo después una tarde de doblaje a las horas de reposo del gazpacho, el sentimiento de esperanza de alguien que por su experiencia y su mayor edad, te da consejos precisamente sobre eso. Sobre que la vida con diferencias de edades puede salir muy bien, poniendo incluso ejemplos personales. Yo pensaba que me estaba haciendo muy mayor para según qué aspectos de la vida y hoy me han hecho ver que la edad es la que uno conserva en el espíritu y con un poquito de cuidado también en el físico, se puede aparentar lo que no es.
Luego por circunstancias, lo que la vista recibe que te atraviesa el corazón. Hoy he vuelto a ver precisamente a dos personas que me llegan muy dentro y me afectan mucho. Igual que a otras dos a las que les estoy haciendo de enfermero. Senectud, desánimos, cabezas idas, en los dos más mayores. La ternura que te imprime que una persona que ha vivido lo que tú crees que nunca llegarás a vivir, transformada en cuasi una niña pequeña. El vigor del hombre que te llenaba los fines de semana, transformado en el desánimo, el tornarse gruñón y ayudarse de un andador para poder llegar a la mesa donde cena. Ando entre el reproche por no ir a verlos cada día que paso sin realizar la visita, y el derrumbe de alma que me produce verlos como los veo cuando voy, con lo que ellos han sido.
La edad, llegado el momento pasa factura a todo bicho viviente, porque así fuimos concebidos hoy no se ya si por Dios, o por una obra macabra de la naturaleza. El caso es que precisamente, ahora veo como el hombre fuerte que me dio la vida, y la mujer que me alimentó en su vientre primero y en su pecho después, se debaten entre la fuerza para seguir con su quehacer diario y las toses más terribles que he oído en mucho tiempo por mor de la bronquitis. Él, tras superar cosas terribles, sentado en el sofá con su cara de medio adormilado y un paño húmedo en la frente para que le baje la fiebre. Ella con su bata rosa, haciendo esfuerzos por tragar sin notar sabor amargo, con más tos y con la voz realmente perjudicada.
Por eso hoy reflexioné sobre el complejo de la edad. Sobre cualquier complejo en realidad. Y es que hay cosas que saltan a la vista. Una barriga, una parte del cuerpo imperfecto, una "crisis de los cuarenta" a los treinta y pocos, el peso, la estatura, el pelo... Los complejos a veces nos los imponemos nosotros mismos por culpa de una sociedad manejada por las modas. Por las cajas tontas de nuestros años, por revistas, por habladurías, porque el canon de la perfección a alguien un día se le puso en sus narices que fuera de tal o cual forma. Que la edad límite para los carnets de juventud fueran los treinta años o los treinta y cinco. Que la edad escogida para casarse tiene que ser antes de los cuarenta. Que para tener un hijo hay que ser un padre joven porque luego no puedes seguirle el ritmo. Que las medidas perfectas en el cuerpo de mujer es el noventa-sesenta-noventa. Que los chicos con las chicas y las chicas con los chicos pero nunca otra cosa.
Todas esas gilipolleces que hoy entiendo no pueden compararse con la reflexión de que si nosotros nos creamos el propio complejo, en nosotros está el combatirlo con o sin ayuda. En nosotros está el mirarnos al espejo y saber que alguien nos quiere y nos aprecia tal como somos. Que tenemos amigos que lo son precisamente por aceptar nuestros complejos y defectos, antes que por beneficiarse de nuestras virtudes. Que hay parejas que pueden durar setenta años juntos como las almas que hoy he visitado. Que hay gente que no puede respirar por las noches y que se levanta por la tos cada media hora en plena madrugada, pero sigue luchando porque mañana hay padres que visitar, unos naranjos que regar, una familia que mantener, y una imagen de luchador que enseñar a tus hijos.
Hoy me ha dado por reflexionar por si alguna de estas reflexiones a cualquiera de vosotros, os da un hilito de esperanza o de meditación positiva antes de dormir. Porque de vez en cuando uso un "hashtag" en Twitter de broma que se llama #ReflexionesAsíPorqueSí donde pongo la primera gilipollez que se me va ocurriendo, y hoy, me apetecía reflexionar sobre mi tarde aunque sea una reflexión un poquito más seria, aunque sin perder el positivismo. Es como me siento. Es lo que quería. Un cajón desastre de reflexiones variadas del que no sabía lo que iba a salir. Menos mal que no ha sido tan terrible... espero....
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