Existe otra Semana Santa. Existen también otras miradas, las profanas y las creyentes, cuando la Semana Santa pasa. Dentro de esas miradas profanas también existen otras. Hay unas que miran un segundo a la Semana Santa y miran para otro lado. Hay otras que miran más tiempo y ni ven, ni sienten. Y hay también otras miradas que por la persona que te toca al lado, incluso conociéndola un poquito sabes que es una mirada profana que merece ser tenida en cuenta como parte imprescindible entre los componentes sagrados que conforman la calle en Semana Santa.
Yo conozco almas que no creen en Dios (o puede que simplemente no crean en La Iglesia y su manejo de las enseñanzas de Jesús), o que simplemente nunca han visto la Semana Santa desde el punto de vista no ya de la religiosidad, sino de la parte emotiva que puede arrancarte una lágrima, un suspiro, un repeluco o una sonrisa en un momento determinado.
Conozco almas, alguna que otra en especial, que a pesar de decirme que no entiende, que no le llama la atención, que no es religiosa, sé que en su interior albergan la sensibilidad necesaria para que después de oírme hablar sobre mis experiencias, o sobre mi modo de ver la Semana Santa, la miren este año de otra forma. Puede que hasta lleguen a "sentir" cosas.
No digo yo que eso les vaya a cambiar su idea sobre Dios o el cristianismo, pero sí entenderá otros valores que aunque antes ya los tuvieran presentes, ahora les incidan en sus ojos de forma que se transformen en corazones abiertos. Por poner un ejemplo. Les hablo a veces del arte. Del arte que supone ver en la calle andando sobre un montón de cuellos doloridos, imágenes que en cualquier otro lugar del mundo estarían expuestas únicamente en Museos y por las que habría que pagar para verlas. Y no podríamos ni echarles una foto siquiera.
Pero hay otro "arte" también que no es el propio de la imaginería sevillana que procesiona encima de pasos. Es el Arte con mayúsculas de los capataces delante y los costaleros debajo, hablando por la calle. Es el arte de mover tonelas del peso de un paso y que parezca que baile al son de música. Es el arte de los propios músicos haciendo un solo de flauta o de corneta de esos que te dejan sin respiración por querer insuflar aire al músico que los toca. Es el arte con el que un nazarenito o un monaguillo de poquitos años va con su cirio o su canasto, y con su cara alucinada desfilando en la procesión, y aguanta el campeón todo lo que dura la cofradía. Es el arte que se da el hermano que enciende la candelería de los pasos en un día con aire, o del que va con el cántaro de agua para refrescar a los que trabajan debajo.
Es esa otra Semana Santa que a veces, los que sentimos una emoción incontenible solo por ver a nuestra Imagen en la calle, dejamos pasar por alto, o incluso sin pasarla por alto, la dejamos en un segundo plano para centrarnos en ver pasar al Señor y pedirle por los que queremos, o un trabajo, o salud, en ver pasar a la Virgen y decirle lo que la queremos por lo bajito. Esa otra Semana Santa puede ser el principio para que esos ojos profanos, se transformen en corazones abiertos que vivan la Semana Santa como una nueva experiencia a partir del momento en que les hagamos ver que esto no es sólo religión aunque esa sea su esencia.
Porque hay incluso muchos "cofrades" que están mas por la tradición que por la religión en una cofradía. ¿Por qué no iban a formar parte de ese amplísimo (por desgracia) grupo, los ojos que nunca apreciaron la Semana Santa de esa forma? ¿Por qué no hacer otro tipo de "cofrades"? Yo no tengo dudas. A esas almas que conozco intentaré enseñarles este año otra Semana Santa. Intentaré que se pongan mis ojos. No se harán cristianos, ni quiero cambiarles esa decisión de su vida, pero me dolería permanecer indiferente ante la posibilidad que tienen de ver un paso haciendo un movimiento o una levantá determinada, oír delante y debajo del paso lo que se dice, ver a aquel nazarenito, y no les recorra un escalofrío. Es un reto bonito. Yo quiero cambiar mis ojos por los esos profanos, y ver si los puedo transformar en una mijita más cofrades... y que a partir de esta Semana Santa, el resto de las que vengan ya nunca sean igual, que las que pasaron mirando... pero sin VER.
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