Anoche tras volver del Quinario de La Columna, fui a tomar una copa a mi recién remodelada peña "Los Pitos de Caña", cuya nueva repostería, huelga decirlo, es una auténtica delicia.
Por las fechas en las que estamos y por el sitio en el que está, en plena Barbacana, la decoración carnavalesca propia de la idiosincrasia de esa entidad, había desaparecido. En sus paredes ya colgaban carteles de Semana Santa, en la tele se reproducían vídeos de Cofradías en Campana y el olor a la freidora de la que salen muchos manjares para el paladar había sido denostado por el del incensario que humeaba en su ventana.
En la peña, algunos parroquianos de los de no ser de nada en concreto (ni cofrades, ni carnavaleros declarados), y ser de toda costumbre que engloba nuestra Ciudad, es decir, de vivir cada cosa en su momento y disfrutar de todo. Quiso el destino que ayer, como viernes, pasaran por su puerta ambos pasos de la Hermandad de la Sagrada Expiración ensayando para el Martes Santo.
El volumen de la tele se bajó, y yo me apresuré a echar más perfume en el recipiente de barro que perfumaba no sólo el local sino también parte de la calle. Cuando pasaron ambas parihuelas, uno de esos parroquianos que comentaba dijo una frase lapidaria: "Macho, si son los mismos aquí que allí, veo las mismas caras en Carnaval y en Semana Santa".
El oírlo en boca de alguien que, como decía, no es parte interesada de ninguna de las dos opciones, me llenó de satisfacción. Me vino a la mente una frase que Antonio Martínez Ares dijo en una entrevista en una final del Falla, a cuento de un famoso pasodoble escrito al Nazareno "Greñúo" de Cádiz, tras otra letra que le costó su expulsión de la Hermandad, dedicada al Papa Juan Pablo II. Ares, dijo en su entrevista:
"Ya lo ha dicho Julio Pardo en un tango este año, Cádiz es una ciudad muy pequeñita y las mismas gargantas que cantan en Carnavales, luego se vuelven hombros que cargan en Semana Santa".
Pues eso mismo es lo que pasa aquí, a pesar de que aún haya mucha gente que no lo entiende. Que la afición y la devoción pueden complementarse perfectamente. Que las mismas caras que se maquillan una sonrisa en febrero, luego se vuelven cuellos doloridos por el peso de la trabajadera, o se ocultan bajo una túnica de nazareno, incluso ocupan puestos de responsabilidad en Juntas de Hermandades.
El Carnaval es una tradición que incluso para muchos se vuelve Pasión. Y ser Cristiano y Cofrade es una Pasión, una Fé, que tiene su parte de Tradición. Incluso muchos olvidan la primera parte y lo viven como una Tradición sin más, olvidando el trasfondo Cristiano y Evangelizador que nuestra Semana Santa tiene.
Pero pasa lo mismo que decía Ares, Esta Ciudad es tan grande y a la vez, tan pequeña, que no es para nada extraño ver las mismas caras, ver a los mismos con una semana de diferencia, cantando con un disfraz, o montando un Altar de Quinario o ensayando bajo el esqueleto de lo que luego será un Altar en la Calle. Porque si hay algo que esa gente, que "son los mismos" saben entender, es que nuestra Ciudad, nuestra Cultura, y nuestra Vida de Carmonenses, tiene un legado que a nuestros antepasados les costó mucho dejarnos.
Y en ese legado entra agacharse por un caramelo el día de Reyes, ponerse un disfraz para expresar en Libertad lo que se piensa o un ingenioso chiste, cumplir con tu Fe y realizar una Estación de Penitencia, bailar Sevillanas en la Feria, arrodillarse cuando pase la Custodia del Corpus Christi, andar bajo el calor de la Romería, o ir a visitar a La Virgen de Gracia en su Novena.
Y lo que haría falta es que ojalá tanta tradición no se perdiera. Que las nuevas generaciones que vienen por detrás, y que quedan en evidencia porque la parte que se vé, por desgracia son peladitos de cenicero, porros y delincuencia, demuestren que hay una parte que no se ve, y que son nuestra esperanza. Que se sumen a vivir todas nuestras tradiciones como parte activa, y que no quede como una expresión de sorpresa la próxima vez que alguien diga "Son los mismos", porque esté considerado como algo normal.
El Carnaval y la Semana Santa lo forman personas, corazones y almas, que son tan válidas igualmente para una tradición, como para una Pasión. Y viceversa... porque en el fondo.. "son lo mismo".
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