Existe una especie que, lejos de estar en peligro de extinción, está en peligro de expansión. Hablamos del “Tontopolla”. Ese término creado en el sur para definir a esta especie, milenaria por otra parte, pero con una nueva creación en los últimos tiempos.
El Tontopolla no tiene un hábitat definido, en el sentido de “devorar territorios” para su existencia podríamos decir que es absolutamente omnívoro. Está en todas partes. Como buen Tontopolla vive en un mundo propio, en el que ninguna palabra salida de su boca parece tener sentido más que para él. El Tontopolla además, vive orgulloso de serlo, porque dentro de su propio ego, no hay sitio para la consciencia de reconocerse ser uno de ellos.
El Tontopolla mira, deambula por los círculos sociales que en los que tiene por “presas”, pero sin armar jaleo, hasta que abre la boca. El Tontopolla entonces da muestra de su cátedra en la universidad del Doctor Liendre, sentenciando y expresando sus inquietudes más estúpidas, sobre lo que cree, piensa, o intuye que sabe, con una seguridad pasmosa de que lo que está hablando es la Biblia en pasta.
El Tontopolla camina con aires de grandeza. Puede demostrarlo en su imagen o no. Puede ir con camisa “Polo” o “Yves Saint Lauren” y polito a los hombros con nudo cuidadosamente confeccionado en su pecho (no olvidemos cinturón a juego con el color del pantalón de pinza), o puede vestir camiseta con hoja de flor psicotrópica de hoja puntiaguda y vaqueros rasgados. No tiene una indumentaria “oficial”, más que la cara propia de “Tontopolla”, fácilmente reconocible entre sus presas.
El Tontopolla merodea. Mete el ojo. Calla. Pone oído. Y en cuanto alguna presa comete el error fatal de darle baza soltando alguna frase ante la que el “Tontopolla” pueda efectuar su estelar aparición, entra al cuello con alguna genialidad “tontopollesca”. Sus presas normalmente suelen tener dos vías de reacción. Una es lo que llamamos por el Sur, “espantá general” (dícese de la huída en estampida individual de cada presa por su lado, mediante excusa “tontopollesca”, para que el “Tontopolla” la asimile), o la media sonrisa y el asentimiento con la cabeza mientras se piensa en la naturaleza “tontopollesca” del espécimen, para que el “Tontopolla” se sienta en su salsa.
Desde aquí pongo sobre el tapete la reivindicación de que se nombre especie protegida al “Tontopolla”, para que pueda ser reagrupado en hábitats específicos para ellos. Así podremos admirar lo curiosa que es la Madre Natura algunas veces, permitiendo la existencia de estos ejemplares, a la vez que nos ahorraremos escuchar y/o aguantar a esta especie, y tener que soltar cuando lo vemos alejarse eso tan recurrente de:… “déjalo… es que es TONTOPOLLA”.
2 comentarios:
El problema se presenta cuando alguien, normalmente otro tontopolla o candidato a serlo le da la razón al primer tontopolla.
Cuando eso ocurre todo está perdido, el tontopolla pasa a ser Sr. Tontopolla.
Las redes sociales es un maravilloso y eficaz caldo de cultivo de esta especie, habiendo propiciado un subgrupo de la misma, el denominado TONTOPOLLA DE GUARDIA. Esta subespecie de TONTOPOLLA, es fácilmente identificable, pues además de tener todos los atributos narrados en el artículo precedente, siempre está presto, sea la hora que sea, a darle a "me gusta" en el FACEBOOK, o al "jajajaja" en el WASSAP.
Publicar un comentario