04 junio 2014

HECHOS INEXPLICABLES Y SENSACIONES EXTRAÑAS...

Este post no es apto para personas fácilmente impresionables, lo aviso. He pensado en escribirlo porque desde siempre, o desde que tengo uso de razón siempre me habían interesado los temas paranormales. Pero siempre los había visto con un poco de escepticismo por aquello de ser como Santo Tomás: "si no veo, no creo". Imagino que es lo que mucha gente piensa hasta que le pasa y luego tiene miedo de contarlo. He de decir que Iker Jiménez ha pregonado tanto eso de "la valentía" por contar cierto tipo de cosas que me he animado a contaros algunos hechos que me han sucedido.  

Para empezar os contaré un hecho raro que me sucedió hace un par de años cuando probaba y ecualizaba mi equipo de casa de grabación, que por aquellos entonces sólo disponía de un micro de los de ordenador. Mientras grababa, arreglaba el micro y una de las piezas cayó al suelo. Al recogerla vi una onda extraña en la grabación. Paré y me dispuse a oírla después de ampliarla considerablemente. Mi sorpresa fue mayúscula cuando percibo una "voz" electrónica que en dos golpes parecía decir "PA-CO"...  la oí una y otra vez y más claro me parecía escucharlo. De repente tuve una extraña sensación. Esta es una casa nueva, de primera construcción, sobre terreno baldío que no fue ocupado por ninguna civilización anterior. ¿quién o qué podría estar diciendo mi nombre? Descarté rápidamente el hecho "paranormal" para pensar que había sido una coincidencia de la técnica y mi inconsciente.

Hace unos días en el cuarto de la lavadora, se cayeron unas botellas vacías de un armario superior que estaba cerrado y una de lejía llena de cinco litros de capacidad, y que pesaba lo suyo. Otra vez la sensación extraña al mirar desde la cocina donde yo estaba, a la ventana que da a ese cuarto y PARECERME ver una extraña sombra que en un segundo cruzaba por detrás de los visillos de esa ventana. Puede ser que de repente algo o alguien quisiera jugar un poco con las botellas vacías. El caso es que seguro que todos conocéis de lo que os voy a hablar ahora. 

Existen lugares en nuestra ciudad, en los que uno cuando los visita o los recorre tiene sensaciones extrañas. Ojo. Con esto no quiero decir que sean malas sensaciones, sino simplemente que parece que esos lugares tuvieran una energía diferente al resto de la "civilización" que ocupa nuestra Carmona. A mi me ha pasado en varios sitios e igual a vosotros también. No tienen por qué ser las mismas sensaciones para todos, que cada persona es un mundo, pero os contaré algunas de mis experiencias.

Por ejemplo en la Necrópolis me invado un sentimiento que mezcla sensaciones de la tragedia y la majestuosidad. No olvidemos que la muerte para los romanos era un concepto muy diferente al nuestro. Se hacían bacanales (en la tumba del Elefante hay hasta un lugar reservado para esas fiestas) y sonaba música para que el difunto pasara a "habitar" junto a los dioses. Pero todo lo que supone para mí la civilización romana, lo fascinante y lo trágico, parecen invadirme en aquel lugar expuesto a los visitantes que se acercaban a la antigua Carmo por la Vía Augusta. Cuando he estado siempre he respirado hondo y parecen venir a mi mente imágenes de aquellos funerales, incineraciones y caras que no conozco pero bien podrían ser nuestros antepasados del Imperio. 

Y hay otro lugar, al que merced a las leyendas urbanas, a la patética recreación e intento de engaño hace unos años de un programa llamado "El buscador" de la siempre sensacionalista Telecinco, se le han atribuido malas famas. Hablo del Convento Carmelita situado en la carretera del Viso. Un convento ruinoso del que por cierto lo mejor que he leído es una investigación formal y en toda regla, con documentos, hemerotecas e investigación de campo de un profesional del mundo de la parapsicología llamado José Manuel García Bautista, compañero en mis años en SevillaTV y Punto Radio. La verdad es que no sé si sigue esa web colgada con esa investigación pero si la podéis encontrar por internet os la recomiendo. 

Bien, pues yo he estado en ese Convento en ruinas. Jamás y tengo que admitirlo me he atrevido a pisarlo después de que el sol se pusiera, no sé por qué. Pero es un lugar que cuando lo recorrí mientras mantuvo el acceso a su planta superior (ahora la escalera está derruida y no se puede acceder), pude ver sus frescos impresionantes, o lo que tristemente quedaba de ellos, pude bajar a su famoso sótano donde dice la leyenda que murieron monjes colgados en los ganchos de la carne (ganchos que aún permanecen), donde dicen que se efectúan rituales satánicos (hay locos en todas partes y Carmona no iba a ser menos). 

Y el caso es que la sensación que tuve cuando he recorrido el sitio, no ha sido nada buena, pero no por terrorífica sino por triste. Lo cierto es que me invadía un sentimiento de intranquilidad, como si algo o alguien no quisiera que estuviera allí, pero a la vez una profunda melancolía. No sé si sería propio del estado de un lugar que en su tiempo tuvo que ser majestuoso y tremendamente bello, o por todo lo que dicen los documentos oficiales que allí ocurrió debido al trastorno por hambre de sus ocupantes religiosos.  Luego se ha hablado de fantasmas, del propio diablo (patético lo de Telecinco, de verdad que sí) pero nunca cuando yo he estado, ha ocurrido nada extraño. Solo he observado silencio, soledad y por desgracia muchos escombros y mucha suciedad. 

Las sensaciones no son siempre las que queremos, pero a veces los hechos inexplicables tienen su explicación si nuestra mente no quiere jugarnos malas pasadas, sobre todo en lugares que conocemos bien. Y a veces otros que no conocemos tanto, nos ofrecen sensaciones que lo que provocan es querer volver a visitarlos. Es como la sensación de paz, tranquilidad y relax que yo tengo cuando voy solo a mi campo a fumarme un cigarro escuchar el aire mover los olivos, o los pájaros trinar. Lo que está claro es que el convento por ejemplo ha servido de cobijo a familias errantes, a pastores ante la lluvia, a parejas que deseaban amarse a escondidas, a personas perdidas por una enfermedad llamada drogadicción y muchas cosas más. 

Por eso quizá esas sensaciones, como la majestuosidad de la Necrópolis por quienes la ocupan, que a pesar de que hace dos milenios que andan por allí, siguen siendo inmortales a los ojos de los visitantes que cada día la recorren. Hechos inexplicables, y sensaciones extrañas, pero a veces, que colman nuestra alma más recóndita y no sabemos explicarlas, solo sentirlas y la mayoría de las veces... disfrutarlas. 


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