A mi me revienta que se arme la que se esta armando por el asunto de la asignatura esa de “Educación para la Ciudadanía”. Y me revienta porque me encuentro con posturas enfrentadas si me pongo a analizar la situación. Por un lado y sin mirar partidos ni grupos políticos, unos dicen que esa asignatura no sirve para nada, otros que es una genial idea, y mientras unos y otros, tienen su particular debate, los niños son expulsados de los colegios por culpa del absentismo escolar precisamente en esta nueva materia obligatoria.
Y a todo esto me pregunto ¿Qué opinarán los profesores, los maestros? Los que tienen que impartir esta asignatura. Les habrán dado un material que tendrán que estudiarse, me imagino, y que tendrán que esquematizar por temas para que se puedan hacer exámenes y se puedan poner las notas correspondientes en esta asignatura.
Vale, hasta aquí la parte frívola del asunto. Ahora vamos con la parte humana. A ver, esta nueva asignatura yo no la veo del todo mal, pero tampoco del todo bien. La educación para la ciudadanía es la que a muchos de nosotros nos dieron nuestros padres, y la que muy pocos le están dando hoy a sus hijos. Lo demuestra el hecho de que no todos los chavalitos de ahora que visten como dice Antonio Burgos, en un desacertadísimo artículo en ABC, “con peladito cenicero, y cadenas, y pantalones anchos y caídos”, son malas personas.
No todos los “canis” son unos delincuentes mal educados, que como las meigas, “haberlos haylos” Y tampoco todos los “pijos” son tontos del culo machistas y desaprensivos. A ver si alguien puede darse cuenta o coincide con mi opinión (lo cual para mí sería un halo de esperanza) de que cada casa es un mundo. Y de que si mi hijo es “cani”, o “pijo” o un término medio entre los dos lo que muchos llaman “normalito”, y yo le enseño que robar está mal, que hay que hablar con respeto a los mayores, que la violencia es solo el recurso de los que no saben razonar y de los animales, de que hay que conducir una moto o un coche (“tuneao”o no) respetando las normas de circulación, que la droga te destroza la vida, que el alcohol hay que saber beberlo, que “surmano” es una palabra que no existe, y que hay que estudiar o trabajar honradamente si no te gusta el estudio para ser un hombre de provecho el día de mañana, la asignatura para la educación ciudadana no existiría hoy.
Una vez leí una frase que a pesar de no acordarme donde la leí, llevaba una enorme razón: “Somos víctimas de las enseñanzas de nuestros padres y culpables del silencio de nuestros hijos”. Esto no se trata de que en el colegio enseñen a un niño a comportarse. Esa asignatura es una inutilidad. El problema esta en esta sociedad que ve como unos padres prefieren matarse a trabajar por tener un coche mejor, o una casa mas grande, (o seamos, justos, poder pagar unas hipotecas eternas, crueles e injustas), antes que pasar tiempo educando a nuestros hijos.
Y ojo que cuando digo “educar” no digo enseñarle la tabla del siete, o enseñarle ortografía, o preocuparse de que hagan los deberes, que para eso SI que están los profesores. Cuando digo educar digo enseñarles a hablar correctamente, a tener unos modales, a elegir a sus amistades, a respetar a los mayores, a ser hombres y mujeres hechos y derechos, justos, razonables, cultos, EDUCADOS, CIUDADANOS.
Por eso pienso que la asignatura esta no es necesaria para los niños, si no para los padres. Termino con un homenaje a uno de los mejores profesores que he tenido en mi enseñanza, Pedro Blanco Yun, que siempre decía una frase que yo llevo por bandera y que me ha sido muy útil en la vida: “Tu libertad acaba donde empieza la mía”. Ahora que cada cual lo interprete como quiera, o como dicen en Cádiz, “er que lo coja pa é”.
1 comentario:
Pues te digo que, como dice la frase de Pedro, todos somos libres pero respetándonos unos a otros pero como eso es imposible, lo que hace falta es controlar a los que se encargan de fastidiarla. El resto siempre será una asigatura pendiente. No somos 4 personas en el mundo. Saludos.
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