Llegando prácticamente a la mitad de la Cuaresma, el cofrade, el cristiano, el capillita, el que reúne uno o todos los adjetivos anteriores, repara más que nunca en la climatología. Antiguamente teníamos a los hombres de campo, las cabañuelas y como mucho, los más pudientes, al "hombre del tiempo" en la recién aparecida "Televisión Española".
Ahora con los medios técnicos a nuestro alcance, tenemos una "falsa" estación meteorológica en el teléfono móvil. Entre eso y el cambio climático que por nuestro maltrato al planeta estamos empezando a sufrir, las cuaresmas de la última década vienen con más incertidumbre que incluso antes, cuando los avances a la hora de realizar predicciones climatológicas no eran tanto.
El caso es que, incluso con la cuaresma tan lluviosa que estamos pasando, con el inicio de primavera tan lluvioso, con apenas dos días de tregua en varias semanas de agua, con todo eso y el refranero que ya sabemos lo que dice del mes de Abril, en el que este año será nuestra Semana Santa, con todas esas premisas, en el corazón del cofrade, del cristiano, del capillita, del que reúne uno o todos los adjetivos, se inicia el proceso de la ilusión y la fe.
Porque empieza una rutina temporal en su hermandad. Porque vienen la limpieza de la plata, la preparación de altares de Quinario, el montaje de los pasos y muchísimas tareas más dentro de la casa hermandad o de la iglesia de cada uno. Con la ilusión de que todo ese trabajo que se hace para honrar a los Titulares, lo vea la ciudad donde duerme el Lucero de la Aurora desde el Viernes de Dolores al Domingo de Resurrección. Con la fe de que la Estación de Penitencia limpiará de pecados cada alma que la ejecute, y la fe del que trabaja y prepara todo pensando que Dios querrá dar una tregua en el clima para salir a evangelizar las calles.
En las hermandades, en la vida y el corazón del cofrade, del cristiano, del capillita, del que reúne uno o todos esos adjetivos, el bullicio no para, los cultos se preparan y celebran, se limpia, se guarda la vigilia de los viernes de Cuaresma, se hace la tertulia, y se trabaja con el amor que mueve a toda una corporación y sus hermanos, pese a que fuera, no para de llover.
Y esto es así porque así esta escrito, porque así lo mandan la ilusión y la fe, y aunque la madre naturaleza haya demostrado su inmenso poder ante los recursos humanos, contra la ilusión y la fe nadie puede.