15 marzo 2017

LO NIEGO TODO...

"Quien más, quien menos, 
tiró una vez la casa por la ventana,
se tatuó en las sienes una diana...
probó el veneno.

Pero yo fui más lejos,
me dio por confundir el cuándo y el dónde,
me disfracé de sabio frente al espejo,
busqué dentro del alma lo que se esconde..."

Esto sólo lo vas a entender tú, pero es la definición del "Flaco" del runrún de mi mente durante los últimos doce meses. Y si alguien quiere saber... "lo niego todo". Pero no es verdad que sólo el tiempo lo cure todo, al tiempo hay que ponerle aditivos. Corazones tan grandes y compasivos como el tuyo. Tan valientes capaces de querer de forma tan arriesgada como la barrera de una edad que envejece por horas a una mente tan torpe que confunde su alma, y lo hace capaz de volverse tan loco como para hacer inconscientemente que te brotara una herida, que quiero atreverme a vaticinar que ya es cicatriz. 

Pero hay cicatrices que significan victorias. Y ni el mayor de los guerreros por ejemplo presume con orgullo de una cicatriz en su cuerpo que signifique una victoria como por ejemplo la de tantas mujeres que lucharon contra la lacra de su pecho y lo convirtieron en cicatriz orgullosa del triunfo de la vida. Porque la vida son eso: heridas, y en nuestra mano está luchar por cicatrizarlas o dejarlas abiertas hasta desangrarnos y  morir.

Mis lágrimas de hoy eran un "no merezco esto", un "aún no he vuelto a ganarme tanto en un gesto tan pequeño y tan simple". Eran el resto de esa cicatriz con forma de culpa torpe de unos ojos que se cerraron y que tú hiciste volver a abrir. Cuando uno se mira al espejo cada día desde hace décadas y se ve por dentro, no logra entender qué hizo, qué viste, qué conjuro formuló, para que llegue de repente alguien que lo podría tener todo, y se queda sólo con uno... con lo poco que es y lo poco que tiene que ofrecerle... quizá sólo la victoria en una cicatriz.

Es el momento de que en unas semanas cumpla una promesa que hice a uno que vive en dos casas que albergo en mis pies, y al que le hice la misma herida, y esa también va a cicatrizar con una victoria, como él entró victorioso encima de una borriquita un Domingo de Ramos.  Pero si alguien pregunta, si alguien comenta, "lo niego todo". Solo otros cuatro "pilares" pueden hacerlo y se lo consentiré, ya sabes, "uno para todos y todos para uno". Por más Febreros, Cuaresmas y Veranos que vengan, juntos podremos con todo, y quién sabe, quizá antes de lo que esperas, sean ellos cuatro los que tengan que montar un pasodoble y vestirse de traje, pero si preguntan, "niégalo todo". 

Los aniversarios son sólo fechas, por eso nos damos los regalos con retraso y no creemos en el Corte Inglés. Por eso "si no te gusta, lo vendo por internet y te pillo otra cosa", por eso aquél ultimatum delante de un angelito de año y pico que cuando le preguntas de quién soy, te señala a ti. Ella ya se ha dado cuenta de la victoria. Sigo soltando lágrimas de idiota, con el "Flaco" de fondo. Estas cosas no se hacen, al corazón de un vejete con alto riesgo de infarto no se le estruja de esta manera tan maravillosa. 

Sólo una cosa. Por muchos "Rey León", y camisetas que recen la reconversión de un golfo porque llegó esa que "en la misma luna llena una el vino de la cena al café y desayunar", esta prometo devolvértela, aunque no llegue al nivel de lo grande que va en un sobre tan pequeño. Por mucho que no equipare el logro que NADIE consiguió jamás de quitarme el miedo a volar (y no sólo me refiero al avión), por mucho que siempre nos quede Roma y roma al revés, te la devolveré cuando menos te lo esperes, sabiendo que la cicatriz de la victoria luce en nuestros corazones.

"Cuando los dioses paganos
me otorguen su bendición,
terminaré la canción que te prometí un verano.
Con una condición:
que me quieras libre y partisano".

"Lo niego todo, incluso la verdad..."
"Si me cuentas mi vida, lo niego todo".


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