04 noviembre 2015

ESOS DÍAS CATASTRÓFICOS...

Vosotros también los habéis tenido, ¿Verdad? Esos días en los que nada te sale como tú quieres, ya no digo que te salga algo bien, o mal, si no que no sale sencilla y simplemente como te hubiera gustado. Y lo peor es que no sé si a vosotros os pasa, pero a mí sí: con tantos así que han venido ya he aprendido a reconocerlos. Y te avisan desde primera hora de la mañana, desde que abres los ojos a desgana encima de la almohada, desde que pones la primera escama de piel de planta del pié en el suelo. 

Pero yo tengo otro delito que sumar al historial de esos días catastróficos, y es que, a pesar de haber aprendido a reconocerlos, y cuando te viene uno de esos, volver a meterte en la cama, o sentarte frente al ordenador o a leer o a ver la tele y no hacer nada, absolutamente nada, que es lo que realmente te salvaría de la catástrofe de esa jornada, te levantas y sigues con tus cosas. Pero lo haces consciente de que todo esta envuelto como en una especie de aura gafe... 

Y aun así te dejas llevar por el día. Y pasas la mañana como puedes, aún pensando en que, por ejemplo, vas a cobrar menos por un trabajo que pensabas que era más, aún tras descubrir que lo que vas a comer no era lo que te apetecía, y aún soportando que esa siestecita reparadora que sueles echarte hoy, sin un por qué concreto no vas a poder dormirla porque no coges el sueño de la sobremesa, ese tan poderoso en otras ocasiones.

Pasas el día intentando sobreponerte a todo eso, buscando la creatividad para componer unos versos o entonar unas músicas que no salen, y optas por acabar dejándolo para otro día sintiéndote improductivo. O luego una llamada te hace ver la hora que es, y te pide que salgas corriendo a hacer un recado. O una persona te dice que dónde vas tan emperifollado con el chaleco nuevo que compraron el año pasado para ti, y otra te dice que dónde vas con ese chaleco que no te sienta nada bien y que no le gusta, cuando precisamente te lo has puesto para que le guste a esa persona, por sentirte con otra prenda diferente a las habituales. 

Respiras, o más bien suspiras y sigues adelante, conduciendo por los caudales de la vida y vuelves a ir a trabajar, o a una reunión que tú ibas pensando, será breve, es un puro trámite que se resuelve en cinco minutos, pero acaba siendo de cuarenta y lo que hacen es cargarte de compromisos, y encima no llegas a ver el partido de tu equipo a tu bar favorito. Cuando sales buscando tu bar, mientras oyes en la radio cómo tu equipo está siendo humillado, recuerdas que en tu bar favorito no se puede ver el partido por no sé qué nuevo acuerdo timo-televisivo. 

Vuelves a respirar pensando que ya le quedan pocas horas al día y que en el local donde vas a disfrutar y trabajar preparando una de tus mayores aficiones, sí que se ve el fútbol. Pero llegas y tu equipo recibe otra humillación, y entonces te pones con tu otra afición y justo antes de empezar, ya te han "pre-diseñado" el día de mañana entre trabajo y responsabilidades médicas, con horarios cruelmente incompatibles tanto para los desplazamientos como para aprovechar las horas muertas. Y vuelves a suspirar y empiezas con la afición ya sólo con ganas de coger la cama, o de que el ratito que le queda al día al menos dé su fruto, y... una mierda como el sombrero de un picaor, resulta ser un desastre y lo terminas antes de tiempo porque no puedes más.

Llegas a casa, informas del día siguiente que te espera y les espera a los que estarán contigo, cenas algo que al menos es una sorpresa agradable (son más de las 00.00, formalmente el día se ha acabado así que no cuenta), y llega ese momento de soledad, cuando todo el mundo duerme y le haces el repaso a este catastrófico día. 

"Hay cosas mucho peores", pensará alguno de vosotros, pero no iba yo a ese punto de trascendencia. Claro que las hay, peor es recibir una noticia de una enfermedad, o un fallecimiento, o tener un accidente doméstico o de tráfico, o que te atraquen, o te agredan, seguro que hay cosas mucho peores que con que te pase una sola, te arruina el día. Pero estos días catastróficos de rutina en los que nada te sale bien, yo no se a vosotros, pero a mí me absorben la energía y el ánimo hasta el punto de que creo que pierdo años de vida. Tengo al menos el consuelo de que ya el día se termina y pocas cosas más me pueden salir mal... bueno una sí, que se joda internet y no pueda publicar este post... ¿a ver?...  

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