05 abril 2015

SEMANA SANTA _(VIII): SÁBADO SANTO

Se abre a las seis de la tarde la puerta de la nostalgia. La que nos invade a todos los cofrades por saber que la vida de la Semana se agota. El cortejo exquisito donde todos caben para dar Santo Entierro a un Señor de Buiza, antes de que la calle quede en la más melancólica Soledad. En ese sepulcro que siempre debería haber estado (y tiene que volver YA) al refugio de la "Señá Santa Ana", no sólo cabe el cuerpo sin vida del Hombre más grande de todos los tiempos. Caben la fe y los corazones divididos de los cristianos entre la tristeza de la muerte y la alegría de la resurrección que se producirá en unas horas.

Cabe la pasión entera en forma de estandartes y varas que aportan el colorido a la jornada gris en el ánimo de nuestras vidas. Y cabe la vida de todos nosotros, la que representan la Iglesia, las Fuerzas de Seguridad y Orden Público, y el Ayuntamiento. Y cabe una nueva cuenta atrás que comienza a las doce de la noche cuando las campanas anuncien a los creyentes que la profecía se vuelve a cumplir y Cristo sigue vivo en nuestros corazones. Donde él dijo que estaba el Reino de los Cielos, en nuestro propio interior, donde radica, nace y aflora la fe. 

La Soledad que nos legara Francisco Buiza no nos deja nunca estar solos, y si llegamos a estarlo con ella encontramos el consuelo de la compañía del Sábado más santo de la ciudad. Y a partir de ahí todo vuelve a fluir, que decían los griegos. Fluye la Pascua de Resurreción, fluye otro año entero de trabajo puertas adentro de las hermandades que el noventa por ciento de la ciudad no conoce. Todo empieza a limpiarse y guardarse con un rito que en realidad es volver a empezar la Semana Santa del año siguiente.

Es nuevo comienzo con apellido de fin que no lo es tanto. Las profecías se cumplieron, los pies están doloridos, y el alma entristecida pero con un halo de Esperanza. La Esperanza verde de nuestras almas que contarán 349 días hacia atrás en el calendario, mientras se viven Corpus y Novena que harán que la espera pase más deprisa. El orden de todas las cosas se mantiene como se mantiene el orden exquisito del cortejo del Santo Entierro, la hermandad joven de Carmona que desde el primer día aprendió a hacer bien las cosas y las mejoró a pesar del deshaucio de su casa.

No sólo ha resucitado el Señor, todos los cofrades lo hemos hecho, empezamos un año nuevo, una espera nueva, una vida nueva. Y si esta Semana ha servido para que muchos (incluso los no creyentes del todo) sean un poco mejores durante siete días, aquel martirio y muerte del Hombre de Nazaret ya simplemente por eso tiene sentido. Vuelve a tenerlo, y así ha sido durante dos mil años, y así será como el propio Jesús dijo a sus Apóstoles en la resurrección: "No temáis... yo siempre estaré con vosotros... hasta el fin de los tiempos."

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