27 febrero 2015

CUARESMA 2015 (II): EL TIEMPO DEL TIEMPO.

Se acerca el tiempo del tiempo... 

El tiempo que convierte "la vida en una semana", que dijo el poeta Joaquín Caro Romero.

El tiempo que vierte con la cera caliente la sujeción de un Viernes, en el que los Dolores se hacen livianos, las estrellas conforman un palio, y las paredes con vestiditos nuevos de cal hacen las veces de bambalinas.  El tiempo del Viernes que convierte a "la Tercera" en la primera, a los antifaces en escapularios, y la víspera en fiesta.

El tiempo que convierte la plaza de un Rey, en olas para una Madre con aires marineros de Esperanza. El tiempo en el que las espinas forman la Corona de los días primeros, albergando chicotás interminables subiendo una cuesta, donde esperan unas hermanas celestiales. 

El tiempo que dibuja una inconfundible silueta de Amargura a contraluz, caminando entre mares de gente que quiere verla a cualquier "Costa". El tiempo que resuena en flecos de bellota convertidos en caireles que cobijan a unas manos entrelazadas, apretadas con el Mayor Dolor de nuestras almas.

El tiempo que sabe a judería, que huele a pan cociéndose en los hornos de siempre, y suena a suspiros de amor transformados en una Expiración Sagrada. El tiempo del bullicio por el fervor a la vecina más Ilustre y querida del barrio de los barrios, el de barbacanas y murallas que aún luchan por mantenerse en pié, aunque sea a trozos.

El tiempo del tañer fúnebre de campana de capilla franciscana. El tiempo que se parte en la dualidad por el sepelio incipiente que anuncian dos escaleras, y por la alegría del bronceado de la piel Divina de la mujer de extramuros. El tiempo de los pétalos cayendo sobre el "cangrejeo" entre Tinajerías y Tahonas delante de una Señora y Madre. 

El tiempo del primer día festivo en el que todo empezó hace dos mil años, bajo la mirada de los siglos de vejez de un castillo medieval justiciero y cruel. El tiempo en el que los kikilis vuelan trinando por cada azote de látigo, y juegan a buscar columnas en lo más alto de la ciudad. El tiempo en el que la luna de Nissan nos despide con la Paciencia con la que ha aguardado la llegada del tiempo.

El tiempo del que recibió las llaves del Reino, y mira blancas almas caminar al albor de la tarde, desde lo más alto de una veleta giraldilla. El tiempo que transforma la bambalina en cajón, la Humildad y Paciencia en Cornetas y Tambores, y lo que antes fue madrugada, en ocaso.

El tiempo del Silencio más sonoro. El que sube los decibelios del rachear de las alpargatas que soportan nuestros caminos al Calvario, y nos saca de la cárcel de diez rejas para clavarnos una inscripción de plata en el corazón. El de la noche más cerrada sobre "Sol". El tiempo de la cruz de las cruces, y de la campana que anuncia que todo debe callar, para poder escuchar los más bellos sonidos.

El tiempo del fin, en el que "todo está consumado", y el tiempo del tiempo que se agota, y se envuelve con un cielo gris para rememorar lo que en realidad pasó. El tiempo en que todo volverá a quedar en Soledad tras el sepelio de nuestras almas. El tiempo del redoble sordo de tambor, y el paso largo raso sobre los adoquines de nuestra semana más "semana". 

Se acerca el tiempo del tiempo. El tiempo que como dijo Joaquín Caro Romero, convierte la vida en una semana. Se acerca la semana. Se acerca la vida. Se acerca igual que pasa inexorablemente... el tiempo del tiempo...


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