06 octubre 2008

Y reinó...

Pocas veces se cumplen cuatrocientos años. Cuatro siglos de glorias y pesares, más de lo primero que de lo segundo. Ayer, 4 de Octubre del 2008, vivimos los carmonenses una tarde-noche muy especial.


Más que especial. Mágica. Emotiva. Gloriosa. Alegre. Hubo lágrimas. Pero no fueron como las de este pasado Miércoles Santo, cuando la lluvia, tan necesaria en otros tiempos y tan repudiada en Semana Santa, no quiso que Nuestra Señora y Madre de las Angustias, se diera su tradicional baño de gloria y penitencia por Carmona. Recuerdo ahora las palabras de mi amigo Manolo Vera: "Si Ella no ha querido salir, Ella sabrá." Qué sabio eres Manolo, así fue. No quiso salir porque guardaba sus mejores galas para la noche de ayer.


Ayer. Cuando la Hermandad del Sagrado Descendimiento de Cristo Nuestro Señor, y Nuestra Señora y Madre de las Angustias, celebraba en pleno día del santo que da nombre a su capilla de San Francisco, el cuarto centenario de la fundación de la Hermandad, con la aprobación de sus primeras reglas.


Ella guardaba sus mejores galas para una noche clara, serena, con estrellas que acabaron eclipsadas por una Morena que brilla más que el lucero más poderoso. En la que llegó a hacer calor, incluso. Una noche que el Destino, o quien sabe si el mismo Cielo, reservó para ella.


Yo llegué tarde. La cogí a la vuelta de una hermosa misa celebrada en una plaza que los Hermanos de la Quinta Angustia, lograron regalare (con el beneplácito del Ayuntamiento) en el dia de su 400 cumpleaños. Plaza de Nuestra Señora y Madre de las Angustias. Misa multitudinaria, me cuentan, abarrotada la plaza, y ella, en dos altares. El primero circunstancial, para la misa, el segundo fue su propio palio persa. Pero mi pérdida fue estratégica. Me situé en plena cuesta del Quemadero de San Francisco para verla subir magestuosa. Para verla pasar por donde nunca ha pasado. Y luego, cómo no, para cumplir con el rito anual que mi amigo Valentín Pinaglia me descubriera. El ir de cangrejero (difícil tarea ante tanta gente que quería hacer lo mismo que hice yo) pasitos hacia atrás delante de Ella, para verla avanzar por toda la calle Tinajería.


San Francisco guardaba sus flores que no pudo regalarle en forma de petaladas el Miércoles Santo, y además de aquellas, las que han florecido desde Marzo a Octubre. Impresionante. Sencillamente impresionante. Y ahí fue donde me di cuenta que tiene muy bien puesto el nombre. Porque es Señora. Así la hace andar, (la hízo andar hasta el día de ayer) mi querído José María Bermudo. Ya sé por qué te dicen "Piquito", porque lo tienes de oro cuando vas mandando el paso de Tu Virgen. Y porque es Madre, Madre de San Francisco. Y ayer lo volvió a demostrar. Volvió a Reinar, porque por encima de Señora y Madre, es la Reina del barrio más castizo y entrañable de los extramuros de nuestra ciudad.


Y todo acabó en torno a la una y media de la madrugada. Mi amigo "Piquito" desapareció cuando todo el mundo iba a buscarle para felicitarle por como la llevó en su despedida como Capataz de las Angustias. Yo sé donde estuvo metido. No lo contaré por respeto. Porque quiso estar solo. Llorar como un niño. Pensar. Fumar. A oscuras. No tenia ni la luz encendida,.. (Sí José María... te ví... bueno... vi la lumbre de tu cigarro y supe que eras tu...) Me quedé haciendo guardia en aquella habitación esperando tu salida y te vi salir... medio sonriente... medio emocionado. Te dí un abrazo que me salió del alma. Aún tenemos una cuenta pendiente con Ella, sé que no lo olvidas.


En fin... que fue una noche memorable. Enhorabuena a todos los amigos que tengo en esa Hermandad, que no es la mía, pero que la siento como si lo fuera. A su Junta de Gobierno por lo bien que hizo las cosas. Al barrio, porque estuvo a la altura. Bueno, estuvo mucho mas grande que "a la altura". A la Banda de Música de Ntra. Sra. del Águila, de Alcalá de Guadaíra, por esa marcha tan preciosa que le han compuesto a la Virgen a la que acompañan desde hace varios años cada Miércoles Santo. Enhorabuena a todos. Porque los que sentimos las cosas de nuestra ciudad, seamos cofrades o no, anoche vibramos, disfrutamos como niños pequeños, y más, como es mi caso, si esa noche, un amigo de los buenos, va llevando en un paso a su Virgen, con la voz firme, y el corazoncito "encogío".

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