Días como el de hoy en la época estival me encantan. Hoy me he levantado y he ido a trabajar con un cielo como este...

Las tormentas de verano siempre han tenido un puntito romántico-nostálgico para mi. Me traen buenos recuerdos de besos dados bajo la lluvia, cuando ésta no molesta, cuando el agua caida del cielo sirve para mitigar el calor sofocante de mi tierra en los meses en los que las altas temperaturas revientan los termómetros.
Se puede estar a las cuatro de la tarde sin freirte ni derretirte, pasaeando por tu ciudad, sintiendo la brisa fresca que el cielo gris te regala en la cara. A ciertas horas puede ser inlcuso peor que el calor si esa brisa desaparece, porque la humedad es muchas veces más incisiva que los rayos del sol.
Pero me encanta, cuando me levanto en verano y veo el cielo así, me siento bien. Me relaja, me hace sentirme felíz. Y si ya puestos pruebas bañarte en una playa cualquiera o en una piscina, mientras te caen algunas gotitas del cielo es una experiencia muy placentera.
Es ese punto que invierno nos hace encogernos de hombros y subirnos el cuello de la chaqueta si nos sorprenden unas gotas por la calle. Ahora no, si eso te pasa en verano, miras hacia arriba, y cierras los ojos, y disfrutas de cada gota que cae.
Las tormentas de verano, siempre y cuando no sean torrenciales... o también, qué demonios, son una bendicion en nuestra tierra. Por eso os lo recomiendo, no dejéis de ir a la playa o a la piscina porque el dia amenaze lluvia. Vedle el lado positivo y probar la experiencia de sentiros sumergidos en el agua de cuello para abajo y regados por el cielo de cuello para arriba.
Seguro que la próxima vez que haya una tormenta de verano, repetiréis.